domingo, 26 de junio de 2016

Cuando mi cuerpo era tu mundo

Cuanto más cerca la fecha
en que perder este bulto incómodo y pesado
que me impide dormir toda la noche
–comer lo que me place,
hacer vida social–

aunque pierda también el cansancio constante,
las lesiones de espalda, el dolor de caderas,
los ardores, las náuseas
y de los kilos ganados 
con suerte la mitad.

Cuanto más cerca la fecha
y aunque odie admitirlo,
sí, te echaré de menos,
barriga de metro y pico que aquí te contenía
pegada a mí, día y noche,
sintiendo mis latidos,
el ruido de mis tripas como truenos de tormenta,
alimentándote de mis fuerzas y de mis recursos,
a gusto entre mis huesos.

En cuanto desaparezcas también se irá contigo
este tiempo privado en que te mantenía
unida a mí, en que eras parte
de este espacio finito.

Perderás lo feliz de vivir en el agua
sin respirar oxígeno que quema los pulmones,
desprotegida ya del calor de mi cuerpo,
ajena a los peligros que supone estar vivo.

Avanzarás entonces inexorablemente,
–con miedo en un principio–
al día en que te descubras un ser independiente 
y pronto olvidarás que fuimos una sola,
cuando mi cuerpo era tu mundo
y te mecían mis pasos al andar el camino.

Y aunque sé que no eres
tan mía como te siento,
nunca serás tan mía como lo eres ahora,
al menos aquí dentro aún me perteneces,
instinto primitivo,
hija de mis deseos.

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10 de octubre de 2013 - 30 de enero de 2014
Casi tres años más tarde, he vuelto. Ya sabéis quién ha sido la culpable de mi ausencia.