lunes, 14 de mayo de 2012

Mi idilio con la línea uno

Invariablemente cada día llego
al andén de la línea uno
y ahí está
el tren partiendo en ese instante.
Da igual que corra para llegar,
que no me apure:
ahí está
haciéndome burla el hijoputa
con el pitido de las puertas al cerrarse.

Que normalmente no me importa,
que soy de fuera,
coger el autobús,
eso sí que altera al más pintado.
Pero hoy, que es martes,
que mañana madrugo y me he ido de juerga
(a un recital de poesía, ustedes me comprenden).
Precisamente hoy, cabrona línea uno,
podrías haber roto nuestro pacto
y darme algún motivo para reconciliarme,
para decir: qué amigo, que ahí estaba
cuando lo necesité.
Hoy que tardas die-ci-siete
largos minutos en pasar de nuevo
qué ocasión has perdido, línea uno,
de redimirte toda de tus culpas.

Tú en tu insana costumbre
de marcarte unos plazos
ahí estabas, demonio de ida y vuelta,
parada tan ricamente
esperando el momento de marcharte silbando
al escuchar mis pasos bajando las escaleras.

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21 de septiembre de 2011