viernes, 30 de septiembre de 2011

Que va de mí hasta mí

Y todo se ha pensado ya antes.
Si ahora me preocupa
que el amor sea una emoción
que va de mí hasta mí sin pasar por nadie
ya alguien lo pensó,
pero no ayer ni hace una semana
-que también-
sino hace cientos de años en Atenas (qué cliché),
en la fría París del siglo XI
o entre las paredes de Santa María del Naranco,
en el estadio de los yankees
o incluso en un cortijo
de un campo andaluz
un currusquito que nunca
estudió filosofía.
Todo se ha pensado ya antes.

Imagina lo difícil
de encontrar una tesis
sobre la que no esté escribiendo un australiano
al mismo tiempo que tú.
De hecho yo misma he dicho
palabras como estas
porque no es el primer día
que pienso sobre ello,
que el amor es una emoción
que va de mí hasta mí sin apenas notarlo
el mundo mientras gira,
la mosca mientras pasa,
a veces ni siquiera
el ser-objeto amado
y a veces si me apuras
el ser-objeto interpreta
mi amor como desamor, como otra cosa,
ignorante de esto
que va de mí hasta mí pasando por él o ella.

Qué difícil entonces es hacerse de carne,
sostener la mirada en el juicio del otro,
dolerse de las carencias,
enfrentarse al espejo de la sabiduría
y descubrir que apruebas sólo por los pelos.

Es más fácil entonces
creer que no estás solo, que esto mismo
lo han pensado ya antes
muchos más como tú.

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12 de septiembre de 2011

domingo, 25 de septiembre de 2011

Tú eres de mentira

Tú eres de mentira,
perdona que te lo diga
pero es así, no existes
del modo en que te creo.

Algún día
serás alguien real pero hasta entonces
debo tratarte como la imagen que eres
en el espejo de mi necesidad.

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15 de julio de 2011

viernes, 9 de septiembre de 2011

Una más entre tantos millones

Me preocupa
la cantidad de seres humanos que, como yo,
se creen únicos,
inimitables, originales.
Aquí voy por el metro
y pasa uno y uno y uno,
de pronto, cientos de indivíduos,
¿será posible
que cada mundo interior sea tan grande como el mío?
que todos ellos tengan sueños, metas, ilusiones,
que recuerden su infancia,
que amen a su amado,
que sufran por sus pérdidas.

Os aseguro que este pensamiento
me hace dudar de mis propias ideas.
Será que todos creemos
que somos importantes,
cuando a la vista está que no es posible,
que somos figurantes
en la película de otro,
un hilito de alfombra,
un pixel entre tantos,
si acaso un megaperl, un planetilla
de sistema estelar.

Mi andén lleno de gente
que vamos hacia el norte, los de enfrente
igualmente esperando,
tal vez visualizando
su camino al trabajo
que está justo al otro lado
de la ciudad,
sin embargo para ellos es,
y esto sí que me fascina,
El Camino al trabajo, con mayúsculas.

Claro que también están
los que no tienen nada en la cabeza,
sólo el vestido que se pondrán mañana
o la canción siguiente de su ipod
(importante para mí, que también la escucho),
que no han reflexionado nunca
sobre un solo porqué.
Hasta ellos son diferentes
por mucho que querrían,
ellos sí que querrían
parecerse a los otros,
esos otros tan cool, tan populares
de su barrio o entorno
(incluso de la tele).

Afortunadamente nos morimos,
imagina si no qué mogollón.
Cómo se hizo de bien este milagro
que entonces añoramos al ausente,
lloramos el vacío que dejó
como si nadie más,
de los seis mil millones,
lo pudiera llenar.

No entiendo al ser humano,
me sobrepasa
imaginar a los miles
que no conoceré pero que podrían
perfectamente, ser
el amor de mi vida
cuando al mío lo encontré en mi pueblo
(un pueblo de ná),
los amigos con que formaría
una pandilla genial de afinidades.
Pero eso nunca pasará por estadística,
así que al ir en metro me conformo
con asumir que en mi vagón van otros treinta y cinco
y recordar que todos ellos
se creen tan especiales como yo.

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29 de agosto de 2011
Gracias, Jesús Malia, por darme la palabra que faltaba.