Me preocupa
la cantidad de seres humanos que, como yo,
se creen únicos,
inimitables, originales.
Aquí voy por el metro
y pasa uno y uno y uno,
de pronto, cientos de indivíduos,
¿será posible
que cada mundo interior sea tan grande como el mío?
que todos ellos tengan sueños, metas, ilusiones,
que recuerden su infancia,
que amen a su amado,
que sufran por sus pérdidas.
Os aseguro que este pensamiento
me hace dudar de mis propias ideas.
Será que todos creemos
que somos importantes,
cuando a la vista está que no es posible,
que somos figurantes
en la película de otro,
un hilito de alfombra,
un pixel entre tantos,
si acaso un megaperl, un planetilla
de sistema estelar.
Mi andén lleno de gente
que vamos hacia el norte, los de enfrente
igualmente esperando,
tal vez visualizando
su camino al trabajo
que está justo al otro lado
de la ciudad,
sin embargo para ellos es,
y esto sí que me fascina,
El Camino al trabajo, con mayúsculas.
Claro que también están
los que no tienen nada en la cabeza,
sólo el vestido que se pondrán mañana
o la canción siguiente de su ipod
(importante para mí, que también la escucho),
que no han reflexionado nunca
sobre un solo porqué.
Hasta ellos son diferentes
por mucho que querrían,
ellos sí que querrían
parecerse a los otros,
esos otros tan cool, tan populares
de su barrio o entorno
(incluso de la tele).
Afortunadamente nos morimos,
imagina si no qué mogollón.
Cómo se hizo de bien este milagro
que entonces añoramos al ausente,
lloramos el vacío que dejó
como si nadie más,
de los seis mil millones,
lo pudiera llenar.
No entiendo al ser humano,
me sobrepasa
imaginar a los miles
que no conoceré pero que podrían
perfectamente, ser
el amor de mi vida
cuando al mío lo encontré en mi pueblo
(un pueblo de ná),
los amigos con que formaría
una pandilla genial de afinidades.
Pero eso nunca pasará por estadística,
así que al ir en metro me conformo
con asumir que en mi vagón van otros treinta y cinco
y recordar que todos ellos
se creen tan especiales como yo.
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29 de agosto de 2011
Gracias, Jesús Malia, por darme la palabra que faltaba.